Fuera de las aulas por Oswaldo Turrubiartes. Fotografía por Sara Bueno
¿Alguna vez te has sentido agobiado porque te cuesta distinguir el akkusativ del dativ en alemán, o porque has suspendido inglés un par de veces solo porque la parte del listening se te ha dado fatal de nuevo? ¿Te ha pasado que prefieres no participar en clase de francés porque te avergüenzas de tu penoso acento? ¡No te preocupes y relájate un poco!
Aunque a veces parezca que los profesores tienen dones sobrenaturales para los idiomas, ellos, como nosotros, en alguna ocasión tuvieron que comenzar a chapurrear frases en lenguas ajenas; la clave está en no darse por vencido, como un par de ellos nos recomiendan.
Además, para probar que no son superpoderes los que poseen y para romper un poco la imagen de maquinas de enseñanza que tenemos de ellos, T&I&ME se encarga de acercártelos para que descubras que no lo tuvieron tan fácil para aprender el español, cuáles fueron algunas de sus primeras impresiones de España, qué opinan del polémico tema Bolonia y hasta cuáles son algunas de sus aficiones. ¡Acompáñanos!
Nombre: James W. FLATH
Lugar de nacimiento: Detroit (Michigan), EE. UU.
Estudios: Filología Hispánica e Inglesa
Idiomas: Inglés y español.
Aficiones: La música, la lectura, la natación...
Favoritos:
- música: Imposible decidir ya que hay tanta... Me gusta la música angloamericana contemporánea
(antes de 2000), la música clásica…
- libro: También imposible elegir ya que hay tantos... Cervantes, Melville, Faulkner…
- película: no me canso de ver Goodfellas de Scorsese
Años viviendo en España: Muchos
¿Por qué decidió trabajar y vivir en España?
FLATH:Terminé los estudios universitarios en un momento muy difícil para los filólogos en EE. UU. Encontrar trabajo en ese campo no era tarea fácil. Había estudiado Filología Hispánica junto con la Inglesa y sentía una atracción por todo el mundo hispano y el idioma español. Me di cuenta de que lo chapurreaba bastante mal y que si realmente quería hablarlo bien no quedaba otra alternativa que ir a un país donde se hablaba de verdad. También me di cuenta de que no tenía nada que perder por probar suerte en otro país. En un principio iba a ir a México pero al final decidí venir a España ya que me atraía vivir en Europa, donde conocía a gente que me podría echar una mano.
¿Sufrió algún tipo de choque cultural? ¿Le supuso esfuerzo acostumbrarse a algo en particular?
FLATH:Desde luego. Al principio lo típico, el horario de comer anárquico, las tiendas cerradas al mediodía, el catarro que arrastré todo el invierno del primer año en Madrid…Eso nos ha pasado a casi todos los angloparlantes que conozco. Al principio también la gente habla de cosas cotidianas y no tienes ni idea de qué va el tema muchas veces. Llegue con un español más bien mexicano, lo cual chocó bastante con el castellano a veces. También me sorprendió de forma agradable la generosidad y amabilidad de la gente, cosa que choca a veces con el mundo angloparlante, donde, si vais cinco o seis a un restaurante, cada uno paga lo suyo.
¿Cuáles son algunos de los trabajos que realizó antes de ser profesor universitario?
FLATH:Como casi todos los jóvenes de los institutos y universidades de EE. UU., hice un poco de todo: friegaplatos, repartidor de comida rápida, mozo de almacén, obrero en las fábricas de coches de Detroit… Una vez licenciado trabajé de profesor de secundaria y dos años como funcionario en la oficina de empleo de Michigan (el INEM, para entendernos). En España empecé como casi todos: profesor de inglés de academias y clases particulares…
¿Le fue difícil aprender español? ¿Tiene alguna anécdota interesante que sobre su aprendizaje?
FLATH:Aprender español no fue precisamente fácil, teniendo en cuenta que hay tantas maneras de hablarlo. En la universidad, casi todos mis profesores eran americanos, entonces estudié lo que es el español americano, sobre todo el mexicano, y claro, cuando vine a España había bastante choque entre cosas; por ejemplo, un día andando por la Gran Vía, al preguntar por la parada de los camiones un señor me mandó a Legazpi. También, cuando llegas a España, vienes con un conocimiento del idioma, digamos, académico, o sea, el que has oído en novelas, teatro, poesía.... Y luego te encuentras con que la gente no habla así, sobre todo cuando usa jerga. Recuerdo que tenía unos amigos que estaban muy involucrados con el idioma cheli de Madrid de hace años y yo no me enteraba de nada. Un día estaban hablando y un amigo mío me dijo: «Me encontré por ahí con una basca muy maja». Entonces yo pensaba que se había encontrado con una chica del País Vasco, y luego según iba relatando la historia, yo me fui dando cuenta cada vez más que la basca no era solamente una chica, sino que eran varios; entonces ya me explicaron que la basca es un grupillo de gente. Pero cosas así, o sea, que ya al principio te tropiezas siempre, constantemente, pero bueno, a base de esfuerzo puedes ir saliendo adelante.
¿Por qué se decidió por la docencia como profesión? ¿Hay alguna anécdota divertida que haya tenido como profesor?
FLATH: Pues básicamente porque yo creo que la mejor salida que tiene un filólogo es dedicarse a la enseñanza. Yo me convertí en docente, básicamente, porque quería seguir estudiando, quería seguir dando clases, me gustaba el ambientillo tanto de la escuela secundaria, como de la facultad; mi madre también era maestra, y entonces yo lo vi como una profesión noble, aceptable, con buenas vacaciones, se trabaja mucho cuando se está de vacaciones, pero yo creo que es un trabajo bastante gratificante.
Respecto a la anécdota, poco después de llegar a España, un día estaba en clase subido a la tarima, sentado, y detrás de la tarima no había espacio. Me acuerdo de que estaba allí en medio de explicar algo, me incliné hacia atrás y desaparecí de la vista de los alumnos; como comprenderás, todos estallaron en risas, un cachondeo, y no hubo manera de terminar la clase. He procurado desde entonces no volver a repetir eso.
¿Qué opina con respecto al Plan Bolonia y los cambios que están ocurriendo en nuestra facultad?
FLATH: Yo creo que el Plan Bolonia, de por sí, tiene un buen planteamiento; ahora bien, hasta que se vea implantado a largo plazo pues no sabemos como va a ser. En principio, yo no tengo nada en contra del Plan Bolonia, lo que pasa es que tenemos que ver a larga si va a funcionar, todavía tenemos que ver cómo compaginamos las clases presenciales y las no presenciales. Tendremos que ver qué optativas y qué posibilidades se dan a los alumnos para concluir sus estudios, por eso también ha habido recortes en ese sentido. En principio, los que han entrado este año han entrado con ganas; yo creo que no es mala cosa de entrada, pero claro, el desarrollo, y todos esos cambios siempre causan problemas, es inevitable. Pero bueno, haremos lo que podamos.